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Departamento de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Montevideo

Al constatar que un importante número de titulares aparecidos en las últimas horas en diversos medios de comunicación –“Iglesia Católica excomulgará a los legisladores que apoyen la despenalización del aborto”, “Iglesia Católica amenaza con excomulgar a legisladores”, etc.– no se corresponden con las declaraciones que efectivamente realicé a un medio de prensa, al ser interrogado sobre la posición de la Iglesia Católica respecto del aborto, me veo en la necesidad de referir aquí algunas aclaraciones.

Los titulares hacen referencia a la pena de excomunión, refiriéndola, sin más, a todo legislador que apoye con su voto la despenalización del aborto. Y esto representa una gran confusión. No. De ninguna manera la “excomunión” es una fuerza ni de amenaza, ni de presión, ni incumbe tampoco a quien no es católico, es decir, a quien no está en “comunión” (común unión) con la Iglesia Católica.

Quien está en comunión con la fe de la Iglesia, es decir, un católico, sabe que al colaborar formalmente con el aborto rompe esta unión que lo ligaba a ella, se auto-excluye, se sale voluntaria y libremente de la comunidad católica, y esto sucede ipso facto; es lo que se conoce con el nombre de: “excomunión latae sententiae” (automática). No es que alguien lo eche fuera, ni amenace con un castigo. Porque obviamente cada católico sabe que si va en contra del Evangelio y de la fe de la Iglesia se está poniendo fuera de la comunidad. Y eso lo establece la Palabra de Dios,[1] lo recoge la normativa universal de la Iglesia, y, por fidelidad a su ministerio, los Obispos han de recordarlo a sus fieles.

No está de más, incluso, subrayar el verdadero sentido de la excomunión, que lejos de ser una condena al “infierno”, es una medida canónica que busca la conversión del que ha roto la comunión.

Luego de haber explicado el tema prestado a confusión mediática, me gustaría hacer algunas consideraciones sobre el tema de la despenalización del aborto.

Cualquiera que sea la coyuntura política y social que nos toque vivir, los cristianos siempre defenderemos la vida, de lo contrario no seríamos de verdad cristianos. Y la Iglesia no pretende imponer sus creencias a toda la sociedad. Pero el que se diga católico debería ser coherente con lo que dice creer, de lo contrario se contradice a sí mismo.

Por otra parte, el tema del aborto no es una cuestión de creencias religiosas, sino una cuestión de derechos humanos. Y existen ateos, agnósticos y creyentes de las más diversas religiones que, entendiendo lo que la ciencia nos demuestra acerca de la vida humana y desde sus convicciones filosóficas, se oponen a toda forma de atentado contra ella, especialmente de la más indefensa.

Que Dios nos bendiga a todos y que tengamos el coraje de construir un futuro mejor para todos los uruguayos nacidos y por nacer.


[1] Mateo 18,15-20.