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Néstor Martínez Valls

Los Obispos argentinos han sacado un comunicado sobre la “perspectiva de género” que tiene básicamente dos partes: en la primera elogian los aportes positivos de dicho enfoque, y en la segunda critican la “ideología de género”, pero volviendo a afirmar la utilidad de la “perspectiva de género”.

La diferencia entre ambas estaría en que la “perspectiva de género” distingue entre el sexo, lo natural, y el género, lo cultural, sin separarlos, mientras que la “ideología”, además de distinguirlos, los separa.

Los Obispos argentinos se quedan en la parte por así decir fácil del tema, que es reconocer el elemento cultural y convencional que hay en muchos roles de género, pero no entran en la difícil, que es difícil más por el ambiente que se vive hoy día en la sociedad que en sí misma, que es la de discriminar hasta qué punto los diferentes roles de género están basados o no en la misma naturaleza humana.

Sobre este tema el comunicado no dice una palabra, y deja por eso mismo la impresión de que fuera de la genitalidad biológica, el varón y la mujer son totalmente intercambiables. Ni una palabra de reafirmación de la masculinidad y la femineidad y de sus valores propios e insustituibles, así como de su complementariedad, salvo un breve apunte que viene en una cita del Papa Francisco.

En ningún momento, fuera de una referencia oblicua en una cita, nuevamente, del Papa, el comunicado dice que ser varón o mujer sea algo natural o hace referencia a ello, sino que se refiere solamente a la “condición” masculina o femenina de las personas.

Al contrario, en una época en que los varones se van feminizando cada vez más, y las mujeres se están masculinizando, lo único que aparece en el comunicado son varones que cambian pañales y mujeres que van a la Universidad.

¿No es esa distancia imperturbable entre la identidad masculina o femenina y lo que de hecho se manifiesta a nivel corporal, sensible, conductual, social y cultural precisamente uno de los signos de la influencia de la ideología de género?

Más aún, en un momento en que la “colonización ideológica” del género (ni esa expresión del Papa Francisco aparece en el comunicado) llega al extremo de querer confundir a los niños en la escuela acerca de su identidad sexual haciendo que los varones se vistan de rosado y jueguen con muñecas, y que las niñas se vistan de celeste y jueguen al fútbol, con la finalidad de que permanezcan “abiertos” ante cualquiera que pueda ser su “orientación sexual“, lo único que dice el documento es que los colores no afectan la sexualidad de las personas, cosa que ciertamente no es apta para tranquilizar a los padres preocupados o angustiados.

En realidad, son los promotores de la ideología de género los que están preocupados por la relación entre los colores y el sexo, porque saben que, convencionalmente, sin duda, en nuestras sociedades el rosado es para las nenas y el celeste para los varones, y por eso mismo cambian el uso de esos colores, porque saben que con eso están influyendo en las ideas que los niños tienen sobre la sexualidad.

Frente a este atropello aberrante de la personalidad de los niños lo que expresan los Obispos es la “preocupación” por el hecho de que se desconozca la libertad de los padres a educarlos según su ideario propio.

Y es que los Obispos argentinos parece que están hablando de una “perspectiva de género” que no es la real, la ideológica, la que separa el sexo y el género, y que es la única que existe ahí afuera, la que está encaramada en el mismo Estado, y es la que está hoy día destruyendo personas, familias y sociedades.

Se repite el caso de la “teología de la liberación” cuando algunos clérigos hablaban de una distinción entre el método marxista de análisis social y la filosofía atea marxista que sólo figuraba en sus propios papeles y para nada en la realidad de las cosas.

Los resultados de aquellos finos análisis se pueden palpar a lo ancho y largo de toda América Latina con el abandono masivo de fieles que se pasaron a las comunidades pentecostales buscando alguien que les hablara de Dios.

Y existen también vínculos ideológicos entre ambos casos, pues la ideología de género tiene una de sus fuentes en el planteo de Engels en El origen de la familia, la propiedad y el Estado.

Por eso no ayuda el hecho de que el comunicado de los Obispos no diga prácticamente nada sobre la familia, su importancia, su valor, y los roles respectivos del varón y de la mujer en ella (¿no tiene esto nada que ver con el ser varón o ser mujer?) pero sí tenga tiempo para señalar las posibles “relaciones de poder” basadas en el “género” que surgen en las sociedades “patriarcales” como la nuestra.